En lengua egipcia, Alejandría se llamaba Raqote, nombre que utilizó Ptolomeo I Soter en un texto escrito antes de que fuera proclamado faraón, allá por el año 305, y fue tomado de un asentamiento egipcio enclavado en el lugar. Aparte de Raqote, los muros marítimos pre-ptolemaico que han sido descubiertos bajo el agua, al norte y al oeste de la isla de Faros, son de una época totalmente incierta. Un barrio de la ciudad continuó siendo llamado Rhalotis por la población griega que lo habitaba. Era uno de aquellos barrios en los que vivían egipcios nativos, con monumentos en estilo egipcio también. Un segundo barrio indígena, lo constituía un asentamiento amurallado de Faros, cerca del cual hay tumbas que imitan el estilo egipcio de finales del Período ptolemaico. Entre las clases inferiores fueron frecuentes los matrimonios de egipcios y griegos, siendo por lo demás la población de Alejandría una ciudad griega de población muy diversa, cuyo elemento no griego más destacado era la comunidad judía. Al ser la ciudad y puerto más importantes del mundo helenístico, desempeñó un papel de capital importancia en la difusión de las tradiciones egipcias en la antigüedad clásica.
El Serapeum, el templo más destacado del dios greco-egipcio Serapis, se encontraba en el barrio de Rakhotis. Inscripciones bilingües datan su fundación en el reinado de Ptolomeo III Evergetes I. Las ruinas que quedan, incluida la famosa “columna de Pompeyo” del reinado de Diocleciano, proceden principalmente de los primeros siglos de la era cristiana, aunque incorporando mucos elementos del Egipto faraónico, sobre todo esfinges y otras grandes esculturas, cuya función primordial parece que era la de enmarar el escenario. Objetos similares y numerosas otras piezas menores no hay duda de que se exportaron a través de Alejandría con destino a los templos romanos de Serapis e Isis, o a los terrenos de la villa de Adriano en Tívoli y del palacio de Diocleciano en Split. Los monumentos en los que fueron colocados no respondían a un estilo egipcio.
Cerca del Serapeum se halla la catacumba de Kom el-Shuqafa. Se remonta a los siglos I-II cristianos, y contiene un complejo importante de zonas sepulcrales con escenas y motivos que imitan el gusto egipcio. Algunas cámaras próximas al nivel inferior han conservado alguna decoración pictórica, mientras que en las partes más profundas sólo quedan escultura y relieves. A diferencia de la tumba de Petosiris en Tuna el-Gebel, con escenas helenizantes plasmadas por artistas egipcios, la catacumba presenta motivos egipcios en un estilo clásico simplificado. Por lo que al culto de Isis se refiere, el complejo ejerció a la largar su influencia sobre el mundo romano, empezando por el constante paralelismo en el uso de genuinos objetos egipcios y terminando por asumir una importancia mucho mayor. En su origen, el estilo fue probablemente alejandrino.